Intolerancia a Lactosa y Fructosa (1ª parte)

Algunos pacientes desean comer sano y variado, y se encuentran con una situación, que puede ser temporal o definitiva, la cual, les condiciona la selección de alimentos y platos elaborados que su organismo les permite ingerir. Vamos paso a paso a explicar, para que podáis entender e interiorizar, lo que es una intolerancia a la lactosa, a la fructosa, o incluso ambas a la vez. En una alergia a alimento, o algún componente del alimento, se produce una reacción grave, donde puede peligrar en ese momento presente incluso la vida del paciente. En una intolerancia alimentaria, se perjudica la salud en grado leve, moderado o grave, pero no con un carácter vital inmediato.
En la leche, y los derivados lácteos, los dos alérgenos más frecuentes, son la proteína de la leche: la caseína, y el “azúcar” de la leche: la lactosa. Siendo la fructosa, el azúcar simple, presente, en mayor o menos medida, en la mayor parte de frutas, hortalizas y verduras.




En la mucosa intestinal existen unas microestructuras que se llaman microvellosidades intestinales. Estas microvellosidades son repliegues sobre sí mismos de la mucosa intestinal, que macroscópicamente parecen pelitos, y es justo ahí, donde se produce, en los agujeros entre las microvellosidades, la absorción de los nutrientes en el proceso digestivo. Vamos a imaginar un cable de teléfono fijo de los de antaño. El cable enrollado a modo de espiral, permitía juguetear con los dedos de nuestra mano que no sujetaba el auricular, e introducir los dedos por los agujeritos, mientras charlábamos telefónicamente. Ahora bien, imagina que estiras el cable: ya no existe ningún agujero por donde introducir nada. Algo parecido, es lo que ocurre, cuando el intestino se encuentra inflamado: se dificulta la absorción de nutrientes, al verse alteradas, morfológicamente, las estructuras donde debería producirse la absorción para la correcta nutrición de nuestro organismo. Una inflamación intestinal, puede producirse por causas diferentes, como virus, bacterias, y entre otras intolerancia a un alimento o a un componente de ese alimento. Por ese motivo, si existe la inflamación por otra causa, temporal además como en una gastroenteritis por E. Coli, se puede producir una intolerancia a la lactosa secundaria, que será también temporal, pues puede y debe remitir, cuando desaparece o curamos, la causa inicial de la inflamación del intestino. Sin embargo, en la intolerancia a la lactosa primaria, la situación será definitiva, y la exclusión de la lactosa también definitiva, al menos con los conocimientos médico-científicos que actualmente disponibles y conocidos.


 


Recuerdo el caso de una paciente que tenía dos hijas diagnosticas de Celiaquía: intolerancia al gluten. La madre de las niñas manifestaba sintomatología digestiva compatible con alguna intolerancia de alimentación. Ella sufría y me consultó sobre qué alimentación debía llevar pues mientras el diagnostico de sus hijas era intolerancia al gluten, (de momento) a ella le decían que sufría intolerancia a la lactosa. Esta mujer tardó en manifestar una intolerancia al gluten clara, sin embargo la intolerancia secundaria a la lactosa producida en su caso por la intolerancia al gluten, mejoraba no al evitar en su dieta la lactosa, sino cuando comía como sus hijas evitando el gluten que evidentemente era la causa original. Tiempo después las pruebas realizadas así lo confirmaron. Ella antes de confirmarse al gluten y diagnosticada de intolerancia a la lactosa, era consciente que sentía mejores digestiones y menos jaquecas excluyendo el gluten y no la lactosa. Y así se lo recomendé: come lo que el cuerpo te pida, en dialogo y en contacto con las necesidades reales de tu organismo, siempre que tu alimentación sea lo más variada, sana y apropiada posible. “Ser feliz es tener la convicción de estar en el camino correcto” recoge Jorge Bucay en “Cuentos para pensar”.


 


Existe además, distintos grados de una misma intolerancia, que también se verá aumentada o disminuida, según el rigor con el que cada paciente con si intolerancia, quiera o pueda llevar su alimentación. Mejorando cuando pueda y sea más cuidadoso con ello. Para el manejo de la Dieta Mediterránea adaptada recomiendo varios consejos. Primero: documéntate bien sobre qué alimentos contienen tu alérgeno que te puede perjudicar, de modo directo, o producto del procesado y/ o elaboración de los platos. Segundo: compra una libreta o diario, y anota el registro diario de tus 5 ingestas cada día, para poder hacer las observaciones oportunas, especialmente al inicio del diagnóstico, hasta que te familiarices, y puedas normalizar la situación en el futuro, sobre todo en tu entorno controlado. Y tercero: es recomendable consultes con tu médico especialista en nutrición para asegurarte que se realizan las sustituciones oportunas, por alimentos equivalentes, para el cuidado deseable de tu salud general y prevención de otras enfermedades. Y muy especialmente necesitarás ayuda experta personalizando tu caso, en función de tus gustos de alimentación, y necesidades vitales, cuando se producen contemporáneamente tanto a la lactosa como a la fructosa. Pues, no se trata sólo de conocer qué comer, sino necesitarás no frustrarte, y ampliar a una visión práctica y optimista, de qué alimentos en positivo son los que sí puedes comer, y disfrutar sin sufrir. Desde aquí mi agradecimiento al restaurante VIPS, por su aplicación (app) para alergias e intolerancias, que permite mostrar en positivo, los platos aptos para el paciente con intolerancias o alergias de alimentación múltiples. Gracias.




Quiérete y cuídate, y siempre cuidando tu microbiota beneficiosa.
Saludos desde el Mediterráneo.
Dra Eva Alcaraz.
Cita previa presencial o telemática +34 646 071 223.

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