Según las recomendaciones de la O.M.S respecto a la alimentación del niño en los primeros meses de vida, la leche materna, es la deseable y primera opción, que debemos plantearnos para la alimentación del bebé, durante los seis primeros meses de vida.
Con posterioridad se recomienda, introducir gradualmente otros alimentos, y mantener de ser posible la lactancia materna a demanda, por lo menos los dos primeros años de vida, siempre que la madre y el niño deseen.
Es importante que las familias, puedan informarse apropiadamente sobre la lactancia, así como de otros aspectos básicos, sobre las necesidades de su hijo, antes del nacimiento, para que puedan estar preparados. Una mamá primeriza, debe aceptar con normalidad el hecho, que puede necesitar consejo, sobre como amamantar a su bebé. Es normal, y otras mamás y el personal sanitario, están a su disposición, para favorecer la lactancia materna. Ofrécele a tu hijo el pecho desde la primera hora de su nacimiento, y cuida al máximo aspectos fundamentales como tu alimentación, tu hidratación y tu descanso.
Hay situaciones que dificultan o impiden la lactancia materna. No te preocupes mamá, afortunadamente puedes usar las leches de fórmula, cada día más enriquecidas y más completas. Sin embargo valora, que siempre que sea posible, la lactancia materna vá más allá de nutrir a tu bebé. Aporta los nutritientes que necesita tu bebé para su correcto desarrollo. A través de la leche le transfieres anticuerpos a tu hijo, que le protegen de algunas enfermedades. Es un alimento de fácil disponibilidad. Presenta ventajas de salud importantes para la salud de la madre, entre ellas la prevención de la depresión postparto, tal y como se publicó en la revista The Lancet ya en 2016. Y también, efectos beneficiosos a lo largo de la vida del niño, como factor protector frente a la obesidad, y la diabetes tipo II. Además del maravilloso vínculo afectivo- emocional madre e hijo.
La ganancia ponderal del bebé, junto a su normal desarrollo, pueden ser indicadores de que la cantidad y calidad de la leche materna, es óptima. Aunque no "veas" cuanto ha ingerido, puedes observar si se queda saciado y tranquilo tras la toma. Ante cualquier duda consulta con tu pediatra.
A los seis meses, se aconseja complementar la lactancia materna con la incorporación de otros alimentos como la papilla de cereales, inicialmente sin gluten (arroz, maíz), y con la introducción de las piezas de fruta, 2 ó 3, a modo de puré casero, en la toma de la merienda.
Actualmente, no se pautan restricciones en relación a por qué tipos de fruta iniciar. Siendo conveniente, por cada nuevo alimento introducido, observar entre 3- 7 días, si existe una buena tolerancia a dicho alimento, antes de introducir el siguiente. De esta manera, se puede identificar más fácilmente el alimento correspondiente, en caso de alergia o intoleracia alimentaria.
Manteniendo, un aporte lácteo superior a medio litro de leche al día (materna a demanda, o de continuación tipo 2 en los casos de leche de fórmula).
Es importante considerar, que al nutrirnos adecuadamente, aportamos y preservamos una microbiota óptima. Motivo por en cual, no se recomienda, ni un exceso de sal, ni un exceso de azúcares, especialmente, en la alimentación infantil. Los riñones de un lactante, además, no están preparados para una sobrecarga de sal.
Las necesidad de aporte en sales, se ve aumentada en caso de sudoración. Por ejemplo, en el niño más mayor, a partir de los dos años, al realizar actividad física. Y también por las pérdidas que se producen, en caso de diarreas o vómitos.
La alimentación complementaria, debe introducirse en torno a los seis meses de edad. Asegurando así, que se haya alcanzado una maduración en el lactante inmunológica, y gastrointestinal, entre otras, que permita, la ingestión de los alimentos distintos a la leche (según publicado por Naylor y Morrow).
Así como esperar demasiado, más allá de septimo més, podría generar carencias nutricionales por falta de hierro, por falta de zinc, e incluso, ralentizar la adquisición de habilidad motora oral.
La O.M.S. recomienda que la alimentación no se introduzca con anterioridad al cuarto més, ni se inicie con posterioridad al séptimo més, particularmente como estrategia en la prevención de alergias alimentarias.
El puré de verduras con pollo, patata y aceite de oliva puede prepararse en crudo, y se adiciona el aceite al triturar, sin adicionar sal. Repitiendo este tipo de purés, con ternera y cordero, como toma del mediodía. Siendo los vegetales de hoja verde, preferible reservarlos a partir del año, y tomarlos combinados con otras verduras.
El pescado y el yogurt, se recomendaba iniciarse a tomar a los 9 meses, la yema de huevo y las legumbres a los diez meses, y la clara de huevo y la leche entera de vaca a los 12 meses. Sin embargo, en las recomendaciones actualizadas de la Asociación Española de Pediatria, se pide flexibilidad en la secuencia de introducción, respetando las posibles variaciones según los lugares y las culturas, priorizando los alimentos ricos en hierro y zinc, respetando los tiempos de introducción de un alimento a otro, y preservando el sabor natural de los alimentos para acostumbrar el paladar del niño.
Es interesante que los progenitores puedan conocer unas nociones básicas respecto a la alimentación en general para poder ofrecer a sus hijos una alimentación lo suficientemente variada y al mismo tiempo equilibrada. En particular, con las equivalencias respecto a las fuentes de mayor contenido en hidratos de carbono como arroz, patata, pasta, pan, cereales y pseudocereales; y las fuentes de mayor aporte en proteínas y aminoácidos como carnes, pescados, huevos, jamón y/ o marisco. Un apartado aparte, merecen las legumbres, pues aportan hidratos de carbono y proteínas. Mención especial también para los frutos secos, que aunque pueden considerarse fuente de aminoácidos, aportan al mismo tiempo, una cantidad mayor de grasas.
Un ejemplo de menú equilibrado, puede ser judías verdes, con patata, pollo sin piel y aceite de oliva. Como también puede serlo calabacín, arroz, y salmón. En ambos casos se aportarían la fibra y vitaminas de diferentes vegetales, como hidratos de carbono, proteínas, y grasas apropiadas.
Es recomendable espaciar los aportes de pescados grandes en los más pequeños de la casa.
Se recomienda según avanza la maduración del bebé, pasar de un triturado homegéneo a uno más con tropezones, para facilitar el inicio de la masticación.
A partir del año, el niño puede realizar una alimentación sana y variada, como la del resto de la familia. Es curiososo observar, como cuando pensamos en platos de la gastronomía tradicional, como por ejemplo en Valencia lo es un plato de paella, nos aporta fibra y vitaminas (vegetales), hidratos de carbono (arroz), proteínas (pollo, conejo, garrofón) y grasas (aceite). No siendo necesario "inventar" platos para la nutrición del niño. Pensemos en combinaciones tradicionales, no importa de qué país, y el saber popular y la tradición, ha creado las combinaciones perfectas en muchos casos. La vitamina D favorece la absorción del calcio. No parece casualidad combinar salmón con sésamo en el sushi. La grasa del salmón es rica en vitamina D, y el sésamo es un alimento rico en calcio.
Los frutos secos y otros alimentos que pueden presentar riesgo de atragantamiento, se recomiendan en niños mayores de tres años de edad, en vez de a partir de los doce meses de edad.
Comer, no debería ser nunca ni un premio ni un castigo. Comer es una necesidad vital, un acto social y un placer. Comemos para nutrirnos y celebramos comiendo, es una realidad, pero sobre todo es necesario atender a la alimentación, como el modo satisfacer las necesidades reales de nuestro organismo, y el de los niños bajo nuestra responsabilidad.
Un niño puede tener menos apetito por una infección de orina o por una amigdalitis, y se desaconseja obligarles a comer. Es necesario respetar el apetito y sensación de saciedad de los menores, cuando pueden reaccionar sin distracciones, y ayudarles a conocer su propio cuerpo, y a autorregularse.
Es bueno ofrecerles a los pequeños, comida con distintos colores, distintos sabores, distintas texturas, para permitirles descubrir el placer de comer experimentando, y nutrirse adecuadamente. Los alimentos de diferente color pueden aportar vitaminas y nutrientes diferentes, y así les estamos enseñando a completar el puzzle de la nutrición.
El baby-led weaning es un modo de ofrecer la alimentación complementaria, en el que los alimentos cortados en forma de palitos están en la mesa a disposición del niño para que libremente pueda escoger qué y cuanto desea comer.
Como en otros muchos aspectos de la vida y la educación de los niños, en mi criterio, es necesario el ejemplo sano de la alimentación en la familia y personas cercanas, para una buena nutrición, y la adquisición de unos hábitos deseables saludables.
Para mayor información, consulta en páginas como la Asociación Española de Pediatría, y la web de la Organización Mundial de la Salud.
Quiérete y cuídate con lo que de Verdad es lo mejor para ti y para los tuyos.
Saludos desde el Mediterráneo. Dra. Eva Alcaraz
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